Esto también pasará


Cuando tenía veinte años, mi madre me contó una historia muy interesante.
La historia de un rey poderoso y rico. 
Un día, el rey pidió a sus consejeros que le escribiesen una oración de no más de cinco palabras que le ayudase a ser más feliz de lo que ya era. Los consejeros y otras personas sabias que trabajan en el palacio se reunieron por algunos días para escribir la oración que el rey había pedido. 

Pasados unos dos o tres días, los consejeros vinieron al rey y le entregaron un pedazo de pergamino, en ella habían escrito tres palabras, en ese mismo instante el rey quiso leer el contenido del pequeño trozo de pergamino, sin embargo, los consejeros le dijeron lo siguiente: - ¡Rey, aún no lo lea! Espere el momento más feliz o el más triste para leerlo, porque la frase que escribimos aplica para ambas situaciones. Contestando el rey, dijo: - Está bien, lo haré así.

Después de un gran tiempo, cuando el rey había olvidado el contenido del pequeño pergamino que había depositado en su anillo el reino fue atacado ferozmente y el rey lo perdió todo, incluyendo a su familia. No tuvo más remedio que huir hacia las montañas tratando de esconderse de sus atacantes. 
Al amanecer, el rey recordó todo lo que había vivido el día anterior y al mismo tiempo recordó que él podría encontrar refugio en las sabias palabras que descansaban en su anillo. Abrió el anillo con impaciencia y leyó el pequeño trozo de papel que decía: "Esto también pasará".

Cuando estamos sumidos en la más terrible de las tristezas pensamos que ya nada tiene sentido y que ya no podemos continuar, lo cierto es que permanecer o salir de ese pozo profundo depende únicamente de una persona, esa persona eres tú. 
Todos podrán aconsejarte o darte ánimos, que es lo más común, pero, nadie te sacará de esa tristeza, ese pozo puede hacerse más profundo a medida que no dejes ir lo que te está causando ese dolor. Desafortunadamente no existe una receta o un truco mágico o sobrenatural para no pensar en lo que nos pone tristes, el corazón y el cerebro no tiene un botón de apagado o reseteado para hacer como si nada hubiese pasado. Lo que resta por hacer es aprender que la vida, así como nos trae alegrías puede traernos las tristezas más profundas, no somos máquinas, somos seres humanos que sentimos y pensamos. 

Aprender a vivir es experimentar alegría y dolor, todo toma su tiempo y todo pasa por algo, esto es algo muy difícil de aceptar pero se puede. El tiempo lo cura todo, pero debemos hacer nuestra parte, soltar aquello que creemos indispensable en nuestra vida cuando ya no lo es. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una vida se apaga por una rodilla

Deja de decir "no puedo"

Cuida tu presente para garantizar tu futuro.